Hace un tiempo revoloteaba entre mis carpetas de años anteriores y encontré este ensayo que hice durante mi curso de Teoría V en la USB con el profe Orlando Marín, este curso trata específicamente sobre la arquitectura en Venezuela. Parte de esta asignación era ir en una visita grupal al centro de Caracas, incluyendo edificios de no muy fácil acceso. Me senté a leerlo y me emocioné de lo que mi percepción de la ciudad y el trabajo con ella sólo han ido madurando. Yo pensaba que esto que pienso había surgido como una revelación, pero no, siempre ha estado conmigo, pero antes no sabía cómo expresarlo.
Por eso me puso a pensar más aún en la gente que está empezando a estudiar arquitectura, gente que cada vez más no conocen la ciudad y tampoco la habitan, haciendo que la carrera se quede más y más a flote en la superficialidad de las cosas. No se puede desarrollar un pensamiento crítico de algo que no conoces, y así como no estás familiarizado con esto, bien podrías dejar que te lo arrebaten. No todos creceremos profesionalmente para ser defensores de la ciudad como William Niño pero creo que con un poco de iniciativa se puede adentrar en la ciudad creando una afinidad con ella que repercutirá sobre nuestros proyectos y sobre la vida misma, dándole un profundidad que hará posible que otros ajenos en esta ciudad tan grande puedan sentirse identificados.
Actividades como estas simplemente funcionan, no es magia. Ustedes lean estas cuatro paginitas que escribió hace dos años alguien que ya no existe. Pero de una ciudad que sigue aquí.
Centro CCS