viernes, 28 de febrero de 2014

Lecturas de la Memoria Pt.1

Tengo un tiempo pensando en esta entrada. He estado días pensando en mi propia protesta, una no sé si pacífica. Lo único que sé es que es a mi manera, después de casi dos años de silencio en este blog. Porque no, CCS sin programa no se silencia ante estas semanas de represión y censura, más bien las ideas que bullen detrás de esta pantalla, han llegado a un punto donde debo escribirlas. Depurarlas, por lo menos algunas. Ahora o nunca, antes de que sepan a periódico de ayer. 


A finales del año pasado, cayó en mi camino un libro que tenía años queriendo leer: Falke, y cuando lo comencé a leer era como conocer una nueva Venezuela, una nueva dimensión que no conocía. Por supuesto que Federico Vegas no escribió sólo historia en esta novela, pero diablos, era para mí un nuevo pasado. Luego de ese, como imanes vinieron dos libros de Miguel Otero Silva, Fiebre y La Muerte de Honorio. Ahora que lo veo en retrospectiva, parece que providencialmente me hubiera leído la ficción necesaria para afrontar estos hechos reales. Simplemente no podía concebir que a pesar de lo mucho que estudiamos historia, muchas cosas queden aún sin saberse. Y que fuera tan penoso leerlo, pero también tan increíblemente emocionante. 

Por eso, es significativo preguntarse lo que muchos se han preguntado desde hace poco. ¿Es que no recordamos? Nosotros, digo mi generación y todas las que no sólo no pueden recordar sino que no conocen otra historia, somos casi simples víctimas de todo un sistema que ha fallado. Como dice Steiner, cada nueva época histórica se refleja en el cuadro y en la mitología activa de su pasado. Cada era verifica su sentido de identidad de regresión o de nueva realización teniendo como telón de fondo ese pasado.

Nuestros fracasos de representación e identidad vienen porque no hemos tenido la continuidad de esta transmisión. Me estoy metiendo en aguas profundas con esto y lo sé. Mucho podrían escribirlo mejor que yo pero debo hacer esta denuncia. Hemos transmitido humo por años, si de verdad darnos cuenta que el decir, éramos felices y no lo sabíamos no es un aprendizaje para la generación siguiente. Sino que debemos construir con lo malo y con lo bueno, con el victimario y con la víctima, con el protagonista y los anónimos. Una construcción que nos pueda unificar dentro de nuestra individualidad.

Podríamos incluso volvernos todos ávidos coleccionistas, sólo algunos lo haremos por gajes del oficio o caracteres de la personalidad. Pero hay que ser sinceros, es decirlo todo y que cada quién luego se encargue de su historiografía. Ahora, es un momento donde casi no podemos negarnos a esta transmisión, las herramientas para conservar y archivar un presente que se muere están al final de nuestros dedos. Ahora somos, sin ánimos de heroísmo, los encargados de presentar este presente a los que vienen, porque vendrán y tendrán las mismas necesidades de saber en dónde están parados y saber a qué se enfrentan. Sólo luego de que reparemos esta cadena podremos olvidar para vivir, como decía Nietzsche.




Espero poder seguir la numeración que me propuse. Yo misma tengo problemas con la continuidad. 



imagen: www.facebook.com/blackoutvenezuela/